El Soar de María surge en Tucumán por una iniciativa del padre Carlos Balmaceda (salesiano de Don Bosco) y Silvia Corbalán (laica consagrada con votos privados), con el deseo de vivir el carisma salesiano en profundidad y desde una mirada bíblica. El documento que iluminó este deseo desde un principio fue la carta del Rector Mayor de ese momento Don Pascual Chávez, titulada "Palabra de Dios y vida salesiana hoy", del 13 de junio de 2004. Podría decirse que esta carta vino a corroborar en el momento justo, la identidad del Soar de María y su aporte a la Familia Salesiana y a la Iglesia.
Después de varios años de discernimiento y de oración profunda, y consultando con los superiores salesianos del momento y canonistas, se decide iniciar esta experiencia en la Diócesis de San Rafael (Mendoza) en el año 2006. A esta experiencia se suman Liliana Acuña (laica consagrada de Embarcación, Salta) y Soledad Verdugo (Exploradora de Don Bosco, de San Rafael). ¿Por qué en esta diócesis? Porque el Obispo de la misma, Mons. Eduardo M.Taussig, acepta acompañar esta experiencia y ver si la misma responde a una iniciativa del Espíritu Santo.
De este modo, el Soar comienza siendo una Asociación Privada de Fieles (hasta hoy), ad experimentum. En sus inicios, el Soar se configuraba como una pequeña comunidad de laicas. Con el correr del tiempo, fue tomando una fisonomía más amplia, incluyendo a laicos de todas las edades (niños, jóvenes y adultos), solteros, viudos, novios y matrimonios. Permanecía la comunidad de laicas como plataforma inicial (la cual ha vivido en la sede del Soar) y el asesoramiento espiritual del p. Carlos (quien vivía en su comunidad religiosa salesiana). Los primeros miembros que comenzaron a conformar el Soar, vivían con sus familias y participaban de las actividades de la Asociación, dándole a la misma un impulso nuevo y diferenciado.
Después de años intensos de cimentación del Soar, se logra conseguir la personería jurídica como una Asociación sin fines de lucro, para el sostenimiento económico de la misma. En el mismo tiempo se obtiene la aprobación canónica final y para siempre, dándole al Soar un carácter más estable ya sea en su funcionamiento como en su carisma. Así, teniendo en cuenta todo el camino realizado, y de acuerdo al visto bueno del inspector salesiano y del Regional de ese momento, se hace el pedido al Rector Mayor y a su Consejo, de comenzar los trámites iniciales para pertenecer en forma oficial a la Familia Salesiana.
Se logra además en el año 2012 la donación de un terreno del Obispado de San Rafael, para construir la sede propia del Soar, de tal manera que pueda funcionar en forma más estable para brindar espacios de formación bíblica, salesiana, humana y apostólica, a todos sus miembros, en especial a jóvenes universitarios. Contando ya con la sede construida, lo cual llevó unos cinco años, el Soar tiene la posibilidad de insertarse con más solidez en la diócesis local, y desde ella, expandirse hacia otras provincias. Aumentando el número de sus miembros, la Asociación presenta una sede nacional en San Rafael, y pequeñas comunidades en otras provincias de Argentina, tales como Salta, Tucumán, San Juan, Córdoba y Río Negro. También hay presencias individuales en Jujuy, Mendoza, Neuquén, Bs As., Formosa y San Luis. Y una pequeña presencia en España.
Hoy, año 2020, el Soar sigue caminando, creciendo en amplitud y en profundidad carismática.